Historias moribundas de Alan Nal Alan Nal terminó por sentarse en el sofá, inmóvil, como un cojín. Tenía los ojos rojos como sangre de toro. La cara desencajada como cajón abierto..
Cuento: Número A202 – Número D 161. Pase a la mesa 4. – Dice la voz electrónica de una megafonía moderna, digital, automatizada. Se levanta de su asiento un hombre..
Suicidio colectivo Te voy a contar una historia tremenda. Subí una vez al último piso del edificio Someillan, en La Habana, y me tiré al vacío. No me morí. Me levanté..
La culpa es del que muere I Caminaba dirección Oeste por encima del muro del malecón. La Habana tenía un tono sepia sin ayuda de Photoshop, y él, de apenas veinte años,..