Siento que mi tiempo está desapareciendo. Mi tiempo de blanca pantalla, hoja bit, blog electrónico de papel ondulado. Aquellos párrafos queridos, aquellos otros blogs de amigos De Paso.
Junto a otros desempleados pasaré las mañanas en un curso mezcla de electricidad y aire. Tardes concentradas en inglés, única oportunidad para un título irreverente. Y los sábados, mientras no ocurra una mala noticia, mañanas de escrituras periodísticas, a la orden de Sergio del Molino.
Las noches son para leer. Así termino casi a la Ninfa de Cabrera, envuelto en el universo Infante. Mas tengo pendiente al Animal Social que poco a poco me muerde una reflexión. Y la continuación de la Vida Entera, de Zoé, está por ver, por leer despierto, para ser precisos. Más tarde, con aliento nuevo terminará por abrirse del todo el Paradiso, de Lezama, extraña urdimbre poética de vidas interiores.
Por eso «a ralentí».
No despido, ni anuncio, ni cierro, ni abandono. Tan sólo continúo a otra velocidad.
Papelbit, como un Ford trucado del ’50.