Foto:x.a.c.rey. (Reloj de pared at home)

Gema tiene el problema de ver siempre en los relojes digitales la hora 22:22.

Parecería un caso más de ultratumba, ciencia ficción, o de parafernalia, de esas que erizan la piel, bajo un discurso o situación cómica que poco a poco se vuelve seria. Pero lo cierto es que anoche ella me contó que hace 4 años ve siempre la misma hora, o sea, que cada vez que se cumple el tiempo del día preciso de las 22 horas con 22 minutos, ella está ahí para mirar el reloj, ni un minuto antes ni otro después, 22:22.

Lo espeluznante de la casualidad o de la coincidencia sucede cuando ella casi no mira el reloj o se despreocupa de ello, pero factores externos le hacen mirar, como obligándola, a observar la hora. Así, un día su hijo le dijo: mira mamá que cantidad de dos; en la mesita de noche de su cuarto, un reloj de números grandes y rojos. Otras por un golpe de atención de alguien que le hace caer en el tiempo y ver la hora, o porque se sienta en una posición adecuada donde incoscientemente no mirará el reloj mientras no sean las 22:22, como anoche.

Estábamos conversando de muchísimas cosas, en una cena entre amigos, cuando de pronto para su conversación y dice: Mira Chema – su marido- y el controlador de la calefacción, además de la temperatura del comedor, 22 grados, tenía las 22 y 22.

Le dije como quitándole seriedad al asunto, tienes que jugar ese número en la lotería.

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