Historias moribundas de Alan Nal Alan Nal terminó por sentarse en el sofá, inmóvil, como un cojín. Tenía los ojos rojos como sangre de toro. La cara desencajada como cajón abierto..
El dolor oculto de los cuerpos Hacía tanto calor que la ciudad se mostraba ante tus ojos como un espejismo. Querías refugiarte dentro de una lata de cerveza, pero no había..