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Historias

Alan Nal, Divertimentos

Historias moribundas de Alan Nal

Alan Nal terminó por sentarse en el sofá, inmóvil, como un cojín. Tenía los ojos rojos como sangre de toro. La cara desencajada como cajón abierto de bisutería. Y el ánimo… el alma… ¡Dios! A veces cuando las campanas del Pilar caen sobre la ciudad resonándola cual gigante  diapasón de cobre e historia las almas […]