A nadie puede escapar que esto se está convirtiendo en una guerra de armas tomar. Hay gente, Yoani y compañía, que intenta ser crítica, manifestarse desde el pacifismo, y lo que reciben por parte del Estado cubano son golpes, injurias, y un desprecio insoportable por los derechos humanos que todo ser adquiere desde que nace.
Como si el máximo fin que tiene el Gobierno cubano – prevalecer – es justificable aún aporreando a los ciudadanos cubanos que piden Libertad, y son críticos con el muy mal hacer y la dirección que lleva el país.
Ellos saben perfectamente la repercusión internacional que estas detenciones y golpizas pueden tener en la Red. De ahí, que el mensaje es crear más miedo, más temor, paralizar todo acto futuro que ellos, Yoani, Orlando, Claudia, puedan hacer, aún a cuentas de que corren verdadero peligro.
Y pregunto: ¿Quién va a defender nuestras ideas por una Cuba distinta, al menos? ¿Quién va a defender a los cubanos que son golpeados injustamente, por una especie de Mafia de Estado? Nadie. Sólo observen, la benevolencia de España, las gestiones que intenta hacer para quitar las restricciones hacia Cuba en la Unión Europea. ¿Y cómo responde Cuba? Con golpes profesionales de mafiosos a la gente que, simplemente, piensa distinto.
Nosotros, los cubanos, únicamente, tenemos la obligación de unirnos y defendernos como gatos boca arriba antes estas calumnias. Y al menos, inundar la Red como si fuese un virus, de nuestras aspiraciones, nuestras denuncias.
Es objetivamente imposible cambiar algo en Cuba si la gente pacífica que tiene opiniones críticas no puede siquiera andar caminando por la calle sin que lluevan golpes, o sean maltratados, y sin una mínima posibilidad de denuncia ante la Justicia. Dicho sea de paso, en Cuba no hay Justicia, no hay defensa posible, ni órgano independiente que defienda a estas personas que han sido agredidas por «evidentemente» gente de la Seguridad del Estado cubano.
La comunidad internacional, todos, deben apoyar al máximo a los que dentro en Cuba intentan cambiar algo.
Otros link: Penúltimo días / Orlando Luis Pardo /Reuters América Latina