Descolocado.
Estar dónde no se me espera, o dónde debería estar que no estoy, a los pies de los caballos, a los cascos de la gente, a los brazos de una calle cualquiera en una ciudad de escombros.
Deshilachado. Vagabundo del alma que se escapa a recolectar margaritas. No soy nadie.
Es terrible esa sensación de ausencia, dónde no se sabe si estoy, y desde luego, no se me espera.
Tenerlo todo y en menos de lo que descompone un átomo no tener nada, en eso que llamamos corazón y por extensión el alma misma y más allá el cuerpo simiente del tiempo. ¿Cuál es la enseñanza? ¿Por qué? ¿Qué más he de decir a la naturaleza, si ya hablo hasta con las sombras, espectros de los días? ¿Qué más he de sentir si ya lo he sentido todo?
No sé que será de mi si no pudiese contar pétalos amarillos. ¿Quién recogerá desechos contaminados del amor más puro cuando no quiero que nadie recoja nada excepto tú? Destronado. Descompuesto. Desmitificado.
ALANNAL19112024