Fuente de foto: elmundo.es
No es un dulce, ni un café. No es veneno al uso.
Es un toro de lidia que ha matado a placer.
San Fermín. Pamplona. España.
Tradición en el vacío histórico del espectáculo convertido en sangre, muerte, y dolor. Ya desde los romanos y sus gladiadores, pasando por la Edad Media, donde sin mediar palabra se hacía la muerte, hasta nuestros días, donde los toros de verdad se sueltan libremente por calles angostas plagadas de gentes amantes de adrenalina. Corriendo pues. Rapidito que viene el toro.
Hoy, un muerto. Más otras piernas magulladas y atravezadas como agujas por hilo. Sangre. Espectáculo. Y que no pare la acción.
– Ven Toro¡ Mira. Tengo un cuello sano, gustoso de ser atravezado por ti. Apunta a la aorta¡
– Voy. Quédate quieto. Cojo impulso¡
Y adiós¡