Interesante discusión sobre el valor o no de los talleres literarios, por Lien en Cubaencuentro.
Muy bien. Mi lengua dice que los talleres son y no son necesarios. Es decir, que no valen un pimiento. Pero cuando hay hambre se come todo, y cómo no, también talleres literarios. Sobre todo en Cuba, según mi experiencia igualitaria de sillas plásticas made Abel Prieto, dónde no existe otra forma de conocer a gente que tienen algo qué decir ajenos al lenguaje pobre del gobierno.
Creo, además, que no se puede quitar valor a los talleres literarios, ni compararlos con los grandes escritores del siglo pasado que, según parece, no han tenido talleres literarios. Aquí, la pregunta es, si en esa época pasada hubo o no posibilidad de talleres literarios. Pienso que sí tuvieron sus talleres, pero no de la forma que la conocemos hoy, pública, institucional en algunos casos.
Los escritores de alguna manera se unen a gente de igual calaña literaria para compartir sus obras, y que estas sean escudriñadas, al menos, por quién merece. ¿Es esto un taller literario? Probado es que muchos escritores del siglo 20 compartían sus obras por correos, epístolas, y reuniones de té. ¿Es eso un taller literario?
Por mi parte agradezco infinitamente a JAAD, igual que Orlando agradece, por esa manía suya de hurgar en las narices literarias.