No creo en Dios. Acaso en los Orishas cuando Los Guerreros aprietan (por esa similitud en que Dios aprieta pero no ahoga), pero muy rara vez. O lo que es lo mismo, creo en mi intuición, en el Dejá Vú, en el que las cosas pasan por algún motivo. Así como por algún motivo alguien pone caras, gestos, hace señas, pone muecas. Esto no falla. La verdad se refleja para bien o para mal en las caras de la gente, solo hay que leer las arrugas (por esa similitud en leer caracoles). Y leyendo mis arrugas frente al espejo, estas me dicen que la Fe de la gente está en las ganas que se pone en creer en algo. Es suficiente.