Foto:x.a.c.rey. (Anochece con Pilar al fondo)
Alan Nal sacó la cabeza por la ventana. Respiró el aire frío que se atribuye a los 4 grados de una escala de Mercurio. Sentía cómo los huecos de la nariz se abrían, se despertaban, cuando se le cruzó el Pilar, aquellas 4 torres en perfecta simetría. Detuvo el coche encima de la acera del Puente de Santiago. Abrió la puerta y salió al espacio justo entre él y el tranvía. Su bufanda bailó, y limpió como un trapo cada cristal sucio de los escasos 4 vagones del Metropolitano. Tomó una foto del Pilar tan tibia como el aire que iba de vuelta hacia la atmósfera. 2 minutos. Cuando se piensa en detalle las cosas que están por venir el tiempo se congela. Pilar, se llamaba. O se llama todavía. O figura aún en el corazón blanco de Alan Nal, cosa que poco importa ahora. Un hombre avanzaba como un palo por el cauce del río Ebro. 4 grados. 2 segundos. El tiempo vuela con la furia del Cierzo cuando no se piensa. 2 hombres como palos bajaban rápido por el Ebro. El coche encima de la acera con los intermitentes. El Tranvía. Otros coches. La gente en bicicleta por las riberas.
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