Quiero contribuir a que las personas que viven en Cuba sientan y comprendan la vida del exterior. La vida aquella que no podrán conocer algunos, o que más tarde conocerán otros por sus propios medios, como el adelanto de una película que quizás no tenga final feliz o no tenga.
Quiero añadir la visión del otro lado, el prohibido, el de la frontera mágica que a veces es agua, bote, avión. Quiero, desde mi modesta posición, desde un lugar pequeño de Zaragoza-España, liberarles de la presión, prisión, y la rutina amorfa que es vivir en la isla, andar conmigo envueltos de palabras, imágenes y sonidos, revelar lo que significa emigración o díaspora.
Si un solo cubano del interior, luego de visitarme, sonríe o se olvida por un momento del hastío, entonces, estaré satisfecho.