Alan Nal/ExTwitter

Bien podría ser el cuento de Alan por fascículo, por retazos como una muñeca de trapos. Levantaría mi mano enmarionetada para tocarte la nariz, hermosa península.

La besé a hurtadillas en la claridad.

Mi corazón de látex latía en una latitud desconocida.

Los tiempos en que publicar un post diario en un Blog era sinónimo de salud, hoy es una enfermedad. Multitud no es calidad. Y viene bien ir afilando el lápiz. He dicho. – En los Monegros, Alan miraba al infinito.

Morder tus labios como una fresa. LLevarme luego la humedad y el sabor a tierra a otro lugar.

Alan estaba varado en los Monegros, con el alma averiada.

Si tuvieses una botella secreta que guarde tus sentimientos, para un náufrago aún por naufragar, ¿Dónde la guardarías?

Después de todo, tiene sentido que años después con la cabeza en la arena, la saque un poco a ver cómo es la cosa hoy. Alguien me ha despertado de un letargo de sílice.

Hola. Soy Alan Nal. Para nada me representa un bicho de arena rojo del acuario de Osaka en Japón! No sé que coño hace Amaury. ¿Alguien sabe cómo se llama ese bicho? Yo no.