No hace falta ser adivino para entender cuánto de planificado hay en la política nacionalista de Cataluña.
El experimento empieza por fomentar la exclusividad en el uso diario de la lengua catalana por encima de la lengua castellana (Español para toda Latinoamérica).
En esto hay hechos más que probados como la señalización del tráfico, o los rótulos de instituciones públicas, que se exhiben únicamente en catalán contraviniendo las leyes que exhortan justo a lo contrario, a la coexistencia de ambas lenguas. Aquí entra, además, el exceso de las instituciones catalanas de no cumplir con las horas reglamentarias para que en las escuelas de Cataluña se enseñe el idioma Español a todos los alumnos.
He descubierto sorprendido, a través de un artículo en el periódico EL MUNDO, que el Partido Popular de Aragón ha denunciado que los libros de texto para enseñar Catalán muestran errores de fronteras y límites territoriales de Aragón. En otras palabras, se intenta educar premeditadamente que hay regiones de Aragón que deberían pertenecer a Cataluña, así, como quien no sabe nada de lo que pasa.
Este sistema de “moldear” la mente infantil a los intereses políticos de los Gobiernos ya lo he vivido en Cuba. Y créanme, luego cuesta mucho abrir los ojos.
ACRey.
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