En el Verano que ya ha muerto, estuve en el Cabo de Gata, Almería. La foto corresponde con la costa Oeste del cabo, una playa en línea recta de más de 8 kilómetros. El agua tan clara que los peces se veían sin gafas de buzo, desde el aire mismo mirando hacia la arena. Nadie tomando sol en un radio de 300 metros, tan solo nosotros, una sombrilla de colores obligados, una nevera con cervezas, un par de libros, música, y unas increíbles ganas de extender las vacaciones, o quedar olvidados allí para siempre, en la arena, como conchas.