Compró un bote de grafiti, se escurrió en una de las bocas del metro de #Madrid y pinto en los vagones de la línea 1 que estaban a punto de comenzar su jornada: ¡Alan quiere tu corazón!-así, con emoticono rojo. Vagón 4.

Entonces resta, substrae y serás alguien especial, hermosa suma perfecta de la nada, lo que falta. Si eres lo que falta, entonces sí. Si eres lo que hallo a retazos del mundo, entonces sí.

Ella podría tener unos labios grandes para saltar y dar volteretas, pero no. Podría ser seria como una serie dramática, que estuviese siempre triste como la tristeza misma, pero no.

Ella podría ser gorda y de colores como una pelota en la playa, fuerte y musculosa como un gym hormonado, caderona como un bajo, pero no. Podría ser albina y luz, pelirroja y comino, pero no.

Ella podría tener los ojos azules como un link, color café y dos terrones, negros como un semental en libertad, pero no. Podría tener los ojos pequeños como guiones, hacerme un guiño guión bajo, como los chinos quizás, pero no.

Twitts trás tuits. Tra la la. Propongo que entres en la cuenta y leas la cronología. De lo contrario no entenderás ni papa frita en aceite refrito de bar barato. De lo contrario, saldrás contradecido, contradecida también, y así todos estúpidos. Fritos.

En esta conspiración estás tú como mi espía de cabecera.

Tan grande como el cosmos es el espacio digital. En un acto desesperado más difícil todavía, cuando la gente mastica ruido, traga mierda felizmente, vengo y suelto tuits pseudospoéticos conspiranoicos. ¿Estoy loco?

Es como una isla esta cuenta de Twitter en la inmensidad digital de Internet. ¿Qué isla?, es un cero, un uno, un byte, tan insignificante y breve que pocos ven en su timeline.