Amaury Cabrera

La mitad de todo es un número universal que no dispongo. Vivo a medias por tanto. Si me toca la cara de la moneda, que sea tu cara, para otros, cruz.

Esto parece una cápsula, y no precisamente de tiempo. De hecho, el tiempo está congelado y no hay cervezas.

Tampoco éramos libres. Pero reíamos. Eso es verdad.

No es nostalgia por una Habana hundida en caca de vaca, ni por un país que excluye y tacha a su gente como un Dios copia china De Dios, no.

Así que si te influyo de tabaco y ron, malecón y mar, sólo pon la pausa, cambia la cinta y dale play al ahora, como una foto irrepetible de puesta de sol apuntalada de andamios mohosos, en La Habana.

Cuando los influencers aún no eran una concepción divina, ya los cubanos andaban por ahí. Así España aún suspira por su última perla en el fondo del Caribe, Estados Unidos conduce con el retrovisor en Miami. La música del mundo que te pone a bailar tiene acordes Cuban. Y así…

Piensa el tuit anterior y verás que si haces un ejercicio de reescritura y reconversación las cosas cambian. Verás como hay cosas que ya no tienen la misma importancia, mucha o poca o no debieron tenerla.

Cuando hablamos y escribimos estamos acotando hechos al tamaño de un significado, conocido, en primera persona o por experiencias de otros. ¿Y si no fuese así? ¿Y si esa palabra se quedase corta, insuficiente, a caballo entre lo que vemos y lo que no vemos?

Los colores son exactos y acotados según sus longitudes de onda. Esto es un hecho. De las pocas cosas que se salvan de la indiferencia, y la transmutación posible de palabras. El rojo es rojo, no rojo pasión. El verde es verde, y lo sabes, sabes de dónde viene.