Fue en la última hoguera de San Juan, cuando tomé esta foto haciendo mil encuadres posibles, jugando con todos los botones de mi Cannon.
Me interesaba congelar justo los movimientos del fuego, captar los coletazos furiosos que quedan esparcidos en el aire.
Parece increíble que queden llamas independientes, lejos del cuerpo central de la hoguera.
El fuego parece vivo, con identidad propia, personalidad caliente, incandescente, aleatoria.