Por estos días ocurre un debate insólito en España: «La lotería de un Cementerio Nuclear». El Gobierno lanzó el caramelo al aire y varios pueblos pelean por comérselo. El PP tira átomos a la cabeza de Zapatero, y este ofrece núcleos sabrosos de beneficio y prosperidad a quién sea el elegido.
Cementerio nuclear = Muuucho dinero + Empleo + Pueblo miserable con ínfulas de Gran Ciudad.
Esta situación recuerda un poco a las películas del Oeste cuando venía la Empresa del tren a poner vías por tierras y pueblos que peleaban a punta de pistolas, por tren sí, y por tren no. En el fondo del asunto vivía la «Prosperidad», el desarrollo inevitable que trae consigo la tecnología.
También en el fondo estaba la cuestión de una señora hermosa y un caballero guapo de armas tomar. Hoy por hoy, la Vicepresidenta no es tan guapa como la pintan, ni Rajoy tan caballero. Pero el desarrollo industrial debe continuar y alguien debe albergar a las pobres difuntas partículas. Al menos hasta que el viento y el Sol entreguen tanta energía como una caldera de núcleos.
No entiendo como algo que puede ser tan sencillo, como seleccionar un lugar, abrir un gran agujero, y sembrarlo de basura galáctica, se convierte en un circo bárbaro de prensa radiactiva.