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VI La Isla

Dicen que si una caracola acercas a tus oídos, de esas bonitas que puedes encontrar al andar por las playas de la isla, entonces podrías escuchar el rumor antiguo del mar, escuchar su vida azarosa entre tesoros, buques piratas e historias de amor atrapadas en botellas de sal. Podrías escuchar tal vez allí a los pies de una palmera, entre sol y sombra y la brisa refrescante que acaricie tu rostro y mueva acaso un mechón de tu pelo de oro, trazos de su vida en la isla, que no viste, trozos de su tiempo hilados como trenza, y créeme, te hubiese encantado verle como un otro yo cuando la juventud era hermosa por naturaleza y los ojos brillaban como faros porque llenos de vida estaban, al menos de esa vida inocente. Te buscaba, y sin embargo estabas literalmente en otro mundo. Pero ahora vive en esa caracola que devuelves al mar, a la arena de la isla hasta que regreses y vuelvas para escuchar otros fragmentos. Mientras tanto yo seguiré aquí, esperando, es mi sino. Mi isla fue hundida, y me queda tu esperanza. 

ALANNAL14112024

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