Leía sobre Internet y sus hijos, los inventos 2.0, los Blogs, las Redes Sociales, hasta que un día me decidí a crear un blog. Me dije que debía ser un blog que me autodisciplinase a escribir algo todo los días como primer incentivo, un blog que requiriese un esfuerzo por mi parte de crear algo entretenido y a la vez inteligente, una mezcla de literatura consciente y comprometida, a veces ideal, idílica, o fantástica, o tan cruda, negra y ácida como la realidad misma. Estoy naciendo. Y ya nazco faltando al objetivo diario de cavar y buscar palabras que informen, orienten, y digan algo. La culpa es de España. Porque en esta orilla del mundo hay que trabajar y como zángano fui a parar a los Pirineos, a más de 1600 metros de altitud, en una zona des-wifi-zada. Pobre de mí que sufrí quemaduras en mi pensamiento y quedé a la deriva en mi misión pacífica, entre líneas, de continuar mi obra mundana. Pero he achicado a la montaña y he vuelto.
He leído muchos blogs. Algunos son puros diarios personales de gente que son felices hallándose en la red. Otros de gente que buscan cualquier cosa que les parezca interesante y ponen en sus post los links tal como vienen. De estos, los más elaborados, reúnen links de algún tema a fin a sus deseos, o esperanzas, o conocimientos, o intenciones predefinidas de antemano, y ya tienen un blog. Diría que son blogs ahorradores (de horas de buscar en la red) o concentradores de información. Otros, encajan en la etiqueta de «peligrosos» porque hablan en contra de los Gobiernos y sus decisiones, soplan en la oreja que lo oye todo o deshilachan la venda de los ojos pueblerinos. Soy de la opinión que los blogs son verdaderamente importantes, ¡tanto!, que la Unión Europea quiere controlarlos, ¿voluntariamente?, que es lo mismo decir «nosotros deci-di-mos qué es contaminación», en un primer paso, porque el segundo no será maquillado.
Uniendo todo, en realidad no sé qué carajo de blog escribo, pero sí sé que me vi en la necesidad de postear un link de los Lunes de PostRevolución de «El Fogonero Emergente» porque hay cosas que otras gentes dicen por ti, tan bien dichas, que repetir lo mismo sería precisamente reiterativo. Todo ello en contra de mi criterio innato mal educado de generar un blog de contenido propio, o generador de contenido, como dicen. Y Orlando tiene el don de la ubicuidad, la bilis necesaria para intoxicar el lenguaje de términos que otros no quieren oír o no quieren que se cuenten, la naturaleza propia de ensamblar ideas como bisagras, los pequeños elementos que sostendrían la puerta que quiere abrir en Cuba, así como JAAD y otros, retorteros del lenguaje abrumador, hilarante, irónico, necesario.
Puedo resumir que aún quedan muchos Lunes de posts y Post, y que la crítica clorhídrica no sólo será protagonista, sino también, como en un conjuro, los versos, prosas, cuentos, toda la literatura imperfecta pero apasionada, experimental pero con flujos por debajo de la letra, hermosa pero triste, que JAAD recopila con vehemencia dentro y fuera de Cuba.
ACRey

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