Cumplí años ayer. 36. Visto así parece un número muy grande para una persona. Pero me siento como si tuviera 20. Me siento muy bien.
Y pensar que cuando uno es niño ve estas cifras o años cumplidos de alguien y da por sentado que son gente vieja. Quizás en Cuba gente con esta edad o menos, ciertamente parecen viejos, o más viejos de lo que deberían parecer. Probablemente porque el bienestar de la vida no da para mucho, porque las mujeres se casan y tienen hijos muy tempranos, y eso, lleva implícito una presión de esfuerzos, cual material de acero, que se nota a los 30.
También el sol, en la cara, arruga más la piel, porque hay mucha luz, mucho tiempo, y los ojos y la piel no lo soportan. Entonces es cuando habitan las muecas y se reproducen.
La infelicidad es un catalizador del aspecto de una persona, la tristeza envejece, y no lo digo yo.
La dificultad de vivir, los problemas que crecen hasta convertirse en tormentas sobre cosas tan minúsculas como gotas de agua, y aparentemente sin importancia, ayudan a la vejez prematura.
Para resucitar el espíritu joven, multiplicarlo mientras pasa el tiempo, además se requiere humor, para empezar, y optimismo como locomotora, para terminar.

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