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Había una vez un hombre, llamado Valero, que nació en Zaragoza en el siglo III. Creció tanto su fe que se hizo Obispo de la ciudad en el año 290, convirtiéndose en uno de los predicadores más importantes de España. A partir de entonces dedicó su vida a evangelizar a sus fieles y a continuar la labor predicadora de Jesús.
En los últimos años de su vida se vió imposibilitado de continuar su labor predicadora y se le empezó a llamar «El tartamudo», aún no se sabe bien porqué.
A principios del siglo IV, el cristianismo era una amenaza para el imperio romano, por lo que  Diocleciano y Maximino la emprendieron contra la Iglesia, principalmente contra obispos, presbíteros y diáconos. Valero fue hecho prisionero y conducido a Valencia para ser juzgado por un tribunal. Allí fue condenado y desterrado a Enate, pueblo cercano a Barbastro, cerca de 100 kilómetros de Zaragoza.
Murió en el año 315, después de vivir como 12 años en Enate. No viene a cuento ni en el cuento, pero esta zona de Aragón hace unos vinos formidables. Valero se dedicó a la oración y a la penitencia en el mismo templo que se hizo construir en honor a su diácono.

Luego vino la época en que sus restos  viajaron de un lugar a otro huyendo de los árabes, que ya habían conquistado España.
Hace años – aún no sé cuando empezó – en Zaragoza se celebra cada 29 de Enero el día de San Valero, en honor a este predicador de Dios.

También es tradición que este día cada familia de Zaragoza se coma un postre llamado  «Roscón de San Valero».  Se trata de una masa dulce circular, tipo pan, que en su interior está relleno de crema y guarda alguna sorpresa en forma de caramelo o pequeño juguete para los niños. En la Plaza del Pilar se reparte cada año un gran roscón bendecido que es degustado por unas 10.000 personas y que se coloca a las 10 de la mañana en dicha Plaza.

Otra cosa que sucede un día como hoy, hace algunos años atrás – aún no sé tampoco cuando empezó – es un festival de rock callejero en honor a San Valero. Es curioso como, aparentemente, una cosa no tiene que ver con otra, pero no importa. Cada año, el 29 de enero, la principal avenida de Zaragoza, Independencia, se llena de grupos de rock, uno cada 20 metros más o menos.  Y este festival urbano se llama «Roscón Rock».

Todo encaja, ¿verdad?

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