Dice mi niña de casi cinco años que quiere zapatos bajos, sin cordones, sobrios, nada destacables, impíos, impolutos, acordes con su falda roja y sus medias a rayas. Quiere ser princesa…
Linda edad del deseo y el descubrimiento donde se cohabita con los reyes y los príncipes de los cuentos, donde también se sueña con los monstruos de papel. Edad que observa a las flores y a las arañas de la casa por igual, con ternura y palabras mágicas transformadoras.
Nació ya con el gen rosado de las niñas. Todo rosa. Todo de color y rojo. Los muñecos que se visten y desvisten como acto de magia, como hecho positivo de experimentación. Las muñecas rosadas, los osos rosados, los conejos rosados… Quiere ser princesa, se reafirma. Y me sonríe tornando los ojos, y adivino aquel brillo inmediato como estrella de los dibujos animados que aparece y desaparece de súbito.
Haré lo posible. No le he dicho, aún.
ACRey

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