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Escritura lounge.

¡La palabra que martilla en la sien, ven, ven, ven! ¡Y para de pronto! ¡Arrrrrrrrrrranca!

Luego se viaja a la Luna que es un pedazo de símbolo hecho mierda. Y una estrella fugaz la atraviesa como se atraviesa una aguja con hilo. ¡Ay, si Einstein estuviera vivo! ¿O lo está?

Escritura lounge con soniditos sutiles como sutil se vuelve el sexo después de la medianoche. ¡Tum pa, tum pa, tum pa!

Entonces el corazón se acelera, los pies que son los ojos había una vez, saltan de palabra en palabra. De fondo un sintetizador, un violín orgánico, natural, no comestible, pero bello. Me gustan los violines.

También la electrónica reconvertida en algo escriturable.

¡Éxtasis 5.1!

Cinco canales de consciencia en una absurda imitación del Home Cinema, más otro canal, el que permite aterrizar en una tierra árida como árida es la letra lounge. Después se llega. El ancla.

Una voz mimética advierte en inglés que la pendajada para otro día. Pero ultrafusión. Pero ultrajazz para el pueblo unío. Así las cosas.

Lounge en irrealidad. Está bueno ya de aparentar normales. No lo somos. Lounge en la vena que parece un bar abierto hasta el amanecer. Metido el niño adulto en el sótano de una calamidad negra y ambigua. !Viva la Libertad¡

La droga está en un instrumento imaginativo. Las teclas que se convierten en teclas, las cuerdas que ahorcan a las guitarras eléctricas, el viento que provoca tornados en el interior de una trompeta.

Lounge en paquetes de datos.

Y si falta alguno, lo tengo yo.

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