Hoy me ando por las ramas. Puede ser que lo que tengamos de monos antiguos haya amanecido hoy, y esté en algún tronco comiendo plátanos alegres, sintiendo esas cosas desarraigadas que llevamos dentro. O mejor. Sintiendo la claustrofóbica situación de ruidos caóticos de máquinas en un cuarto, con la única compañía de un fogonero que dispara a mansalva, cuando ya hace casi ocho años que he salido de Cuba, o bajado del árbol.
Imagino el día en que, parado en Belascoaín y Neptuno, llegue Betty, Tania y Yoani, y Ana, que no es ella ni soy yo, y podamos sentarnos en un bar cualquiera a tomar un café y conversar de cuando fuimos bloguers no uniformados. Desempolvando esa memoria de cubanitos que llevamos dentro, planeando un viaje a Londres, ya libres del todo, a conocer al Cuban y atrasar a propósito el Big Ben. Para entonces, todo el mundo habrá hablado, incluyendo a Al, en un estadío mayor de 60 nada temido.
Desde aquí os digo, que en esta era digital dónde nada es imparcial, ni nada es lo que parece, ni los jineteros son verdaderos jinetes de su suerte, ni Baracutey es un ave que se cría sola. Os digo a todos, Cuba dice, y dice mucho.

ACRey.

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