Escenario A

Las niñas -generalmente- van contentas al ballet. La clase se abarrota de pequeñas bailarinas que entre muecas y juegos aciertan con algún movimiento clásico. Lúa es una de esas niñas. Cuando termina la clase arranca pletórica a comerse la calle dando brincos y corriendo de un lado a otro con su amiga Zoé. La madre de Zoé regaló un globo a cada una, de modo que las niñas salieron a la calle a jugar como es normal jugar con globos. Soltar y agarrar, dar golpes a la goma hinchada. Sopló una ráfaga de viento fuerte como es normal que sople el viento fuerte en Zaragoza. El globo de Lúa se encarriló como un coche por la Avenida. La madre de Lúa corrió detrás del goblo como si ella misma fuese empujada por el viento, hasta que llegó al lugar de la acera donde yacía un globo muerto. Justo al lado, un par de jóvenes ya grandes y fumando cigarrillos, reían.

Escenario B

Trabajaba convencido del bien y la buena voluntad de quienes le empleaban. Trabajaba consciente de que un trabajo bien hecho sería una garantía de éxito y continuidad. Trabajaba para desenmascarar los errores que por años se sepultan en las empresas y los cuales, convencido estaba, hacen daño a la imagen y negocio de las empresas. Trabajaba porque trabajar ennoblece y más si se hace de forma consciente y por el bien general de hacer el bien…, y no por el aburrimiento y la esterilidad que produce ir a trabajar por trabajar, como si de robots se tratara. En fin, trabajaba adandonadamente solo, sin ayuda ni orientación de quien -se suponía- necesitaba un trabajo determinado para un tiempo previsto, de forma que bien se pudo advertir zancadillas, óbstaculos, e información bajo llave. Un día vino el empleador que actuaba como el policía «bueno» de las películas, y le despidió. El Jefe, que de todo sabía absolutamente todo, ese día tuvo vacaciones.

El resto de la colección de las Cretinas Realidades en esta página.

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