Tu estrella ahora es un lugar común.
Una suerte de parque de bancos viejos y despintados,
bancos que usan los melancólicos,
los astutos del cine que te sobreactúan y te sobrefilman.
Los drogadictos que te beben y te inoculan,
los que sueñan con cinco puntas,
en vez de una.
Ahora, ¿o ya antes?, quedaste para el recuerdo aquel
de imagen en blanco y negro.
Sobreexpuesta en una botella de whisky
con la melena tuya saturada de alcohol y de bohemias
miradas de “yo no he sido”
Tu boina manoseada que se pone todo el mundo prostituyéndola,
hasta arrancar la estrella que no sé porqué te pertenece.
Cuando hay otras cosas en el universo que parecen estrellas,
deformes,
pero estrellas al fin y al cabo que es de lo que se trata.
Estamos saturados de tus camisetas multicolores,
de tus ideas peregrinas e imprevistas que te suplieron único.
Y sin embargo, tuviste razón en parte,
porque hay otras barbas en remojo por la historia.
Pero no más camisetas, por favor.
No más la hipotecaria deuda de una revolución
que ya no existe. O tal vez, bien sabías, nunca existió.
No más faro de tu luz ni ocho cuartos
ni tu ejemplo ejemplarizante dónde sobra la jota,
no así mi querido baile de Aragón.
A pesar de tu estrella nos estrellamos.
¿De qué te sirve ahora?
a.c.rey.09.2008

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