Actualización de este post: 20 de Octubre de 2010.
Primero que todo, queridos visitantes que entran a Papelbit buscando “leerparacreer.com”. Lamento que Google les muestre esta página y por tanto no satisfaga vuestra búsqueda, porque no soy leerparacreer.com, pero escribo poesía y cuentos, y espero que aprovechen la ocasión y lean algunas cosas en Papelbit.

Un saludo¡ Les dejo con el post original¡

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A mi niña Zoe, todas las noches le leemos un cuento antes de dormir.

El problema es que hoy caigo en la cuenta de que leo cuentos infantiles un poco sanguinolentos, y estúpidos. No sé si es porque el mundo está revuelto y uno se siente más sensible.

Libro «3 cuentos de Princesas», editorial SUSAETA.

Blancanieves. Textualmente dice: «Encolerizada, ordenó a un soldado que la llevara al bosque y la matara». Y la Reina dice: – ¡Y traéme su corazón! Esto es tremendo. Quizás sería mejor decir que Blancanieves vive en un Reino donde todos son doctores, y el cazador debería reconocer si la princesa respiraba aún, después de caerse, y en ese caso, donar su corazón a otra persona del Reino, que le hiciese falta. Tal vez.

La Bella y la Bestia. Nada que objetar excepto la imagen de Bestia que puede tener quien no cumpla ciertos cánones de sociedad. Tiene implícito el deseo de abundancia, y la bonita, hasta melancólica idea, de que cualquiera puede ser príncipe.

La princesa y el guisante. Resulta que el autor de este cuento, no encontró nada mejor, para reflejar la más pura vanalidad. Un príncipe que se quiere casar, y su madre, que es muy lista, descubre a las princesas falsas. Hasta que llega una mujer empapada por la lluvia, y como no se sabía a primera vista si era princesa o no, la madre, la puso a dormir encima de muchos colchones y debajo de todo ello, un imperceptible guisante. Al otro día, como la princesa durmío mal, «por el guisante», la madre la autoproclamó Princesa y nuera, a la vez. Porque sólo la delicada piel de las princesas puede detectar (sonda o escáner en mano), la rugosidad y dureza indescriptible de un guisante.

¡Leer para creer!

Moraleja: ¡Cuidado con los cuentos infantiles!, ¡que muerden!

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