Si tuvieras que amar a un cerebro. ¿Cómo lo harías?
¿Razonando?
Yo plantearía un combate de palabras, dónde cada una se superase a sí misma, en concepto, en significado vital.
Permitiría que alguna palabra tuya rebotase, como suele el eco rebotar, en mi materia gris enmarañada.
Luego, yo diría otra palabra, de mayor relevancia, que te llegue a emocionar.
Replicarías. Y yo volvería a replicar.
Y así hasta lograr una ebullición de ideas. Una revolución. Conspirar.
Entonces llegaría tu contrarrevolución, tu contrapartida o pieza de ajedrez perdida.
Si tuvieras que entender, repito: entender, comprender lo que intento decir, ¿cómo lo harías?
Si tuvieras que asimilar, repito: quedarte con lo que digo, grabado, empotrado en tu mente de lector, ¿cómo lo harías?
¿Continuar leyendo, permitir que controle tus emociones, y te lleve de aquí hacia allá, pasando de oyente interlocutor a lector activo porque estás aquí, y te bese en la boca?
¿Y continuar leyendo como si nada a pesar de hallarte sorprendido, o sorprendida? Mujer, fémina, varón.
Si tuvieses algo que decir. ¿Qué me dirías?
ACRey

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