En el año 1992 ó 1993 pasé tanta hambre que aún la recuerdo. Sin embargo, el gobierno cubano nunca ha dicho que los cubanos pasan hambre, pasaron, pasarán. Y lejos de reconocer lo evidente, van y meten al pobre Pánfilo en la cárcel.

Ese año al menos en tres ocasiones comí en 24 horas arroz blanco solo y sólo. O sea, que al despertar desayuné agua con agua. No merendé. No almorzé. No merendé. Comí arroz blanquísimo a las ocho de la noche. Eso fue todo.

Aquellos años, los más intenso del Período Especial, nombre que ya implica eufemismo. ¿Alguna vez en los últimos 50 años los cubanos no han pasado penurias especiales de comida y hambre? ¿Alguna vez metieron a alguien en la cárcel por pre-detección de hambre, por pre-denuncia de las cosas más denunciables como: ¡pasar hambre!?

Fueron días en que se bendecía al agua con azúcar en la mañana, las sopas de pescado ultralíquido de las cafeterías del estado -sopas que recolectaba para en casa añadir una papa-, las croquetas insanas de nadie sabe qué, de la falta de humanidad de muchos que vendían preservativos como queso derretido y caliente, telas gruesas como bistec, gato por liebre, perros por carne X. Fueron días de aliméntese quien pueda, y, ¡a sobrevivir!

Más de 10 años después, el tiempo en Cuba parece estático, el hambre parece estar quieta para siempre. El mismo Gobierno, las misma despreocupación alimentaria, o peor, el uso del hambre como arma política y de control de masas.

Más de 10 años después tenemos a Youtube, Internet , a Pánfilo, y un deseo inequívoco de denuncia internacional para acabar con el sometimiento de una nación entera usando el hambre como arma. Repito.

Ellos ahora tienen la patata caliente.

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